ProclamadelCauca Caida de Torre Space Medellín |
Por Leopoldo de Quevedo y Monroy Loco-mbiano - Los nombres, asombrosamente, tienen que ver
con la naturaleza del sujeto que los porta. Retratan a cabalidad a Coné, a
Robocop, la Mome Piaf, a ET, Dick Tracy, a Lady Gaga o John Travolta. Su perfil
se envuelve en la tela invisible que los recubre.
Los diseñadores del Edificio Space debieron
pensar muy bien ese nombre. Sus publicistas debieron aceptar la propuesta y la
promocionaron en vallas para que quienes las vieran se emocionaran con la
ubicación de la Torre, su altura, la vista desde los ventanales, el verde de la loma de
El Poblado. En fin.
No solo por estar situada en este sector tan
codiciado en Medellín. También contó que estaba en inglés y se pronunciaba
raro. Eso daría caché ante quien oyera que un afortunado estaba de candidato a
recibir un apartamento en ese sitio.
Space, claro está, quiere decir espacio. En
ese momento, años atrás, a nadie le pasó por la cabeza que Space fuera una
contraseña de peligro. La palabra, al pasar por los labios y la lengua, roza
como el viento y sugiere una sensación de aire en evolución. Entonces se evocan
lugares y sensaciones como vértigo, abismo, altura, velocidad, volar en
libertad como en parapente, paracaídas, un castillo de naipes o un emoticon en
internet.
Los constructores idean proyectos, los
diseñan, les hacen una maqueta casi al natural. Al lado de ellos estarán
pendientes las Oficinas de Planeación que concederán la licencia de
construcción, previo estudio de suelos, presentación de presupuesto, seguro de
estabilidad de obra, resistencia de materiales y si los servicios de acceso,
agua, luz y teléfonos están garantizados en el proyecto que radican. Vendrán
luego el interventor de la compañía constructora y el curador a nombre de la
Administración Municipal que dé confianza a los usuarios o compradores sobre el
cumplimiento de todos los requisitos.
Con el crecimiento de las ciudades
metropolitanas y la oferta de casas por parte del gobierno está saliendo a la
luz pública que estas licencias y el cumplimiento de los requisitos, – no digo
de los mínimos porque está en juego la vida y subsistencia de quienes lleguen a
habitar estas construcciones -, no se cumplen a cabalidad. Y esto no solo en
las ofertas habitacionales sino en la construcción de vías a lo largo del país,
en lo que se aglutina en el pomposo nombre de infraestructura vial. Se están
entregando por parte de las constructoras, obras fuera de los tiempos y en
regular estado y sin cumplir con las normas ambientales.* Tanto, que se caen
taludes al mes, sin haberlas estrenado.
Fácilmente se está atentando contra la
seguridad, la comodidad, la estabilidad económica de usuarios y de la vida, y
con grave detrimento de sus economías y la defraudación patrimonial del país.
¿En dónde están los curadores, los alcaldes, la cadena de servidores públicos
que tienen que ver en la calidad de las obras que se entregan al servicio de
los ciudadanos? En dónde se encuentra la responsabilidad civil y hasta penal de
los despilfarros y accidentes que ocurren por la indolencia de ellos?
No solo en Medellín. También en Cali, en la
Urbanización San Jerónimo de Yustes de Bogotá y en las casas que el pasado
Ministro de Vivienda, Vargas Lleras, construyó y el presidente entregó las
llaves en Pradera*, Valle. Se veían las grietas de las paredes de las casas
gratis. A esto hemos llegado, como lo registró la prensa a su debido tiempo.
40 AÑOS de Favores Políticos · Rodrigo Jaramillo Velasquez |
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