Sin más preámbulo, dejo en este escrito los
argumentos para mostrar, una a una, las inconsistencias de la nota editorial de
El Espectador “La inconveniente revocatoria de Peñalosa” (01-04-17), aceptando la invitación
a presentar una iniciativa de “contraeditorial”.
Sea lo primero indicar que la revocatoria
y el voto programático (al que no hace alusión el editorial) son caras de la
misma moneda que fueron incorporadas al ordenamiento constitucional para
canalizar la inconformidad ciudadana por un escenario pacífico y, por otro
lado, para disuadir la costumbre de los políticos irresponsables de hacer
demagogia prometiendo lo que no se puede cumplir o engañando (como se hizo en
el plebiscito) al elector. Por lo anterior, como reza en los documentos
constituyentes, voto programático y revocatoria van de la mano.
Segundo, el editorial (a
destiempo) hace alusión a los intentos de los contradictores políticos del
exalcalde Gustavo Petro de revocarlo, pero, con inocultable calculo político, El Espectador deja por fuera la evidente
razón de que a Gustavo Petro lo pretendían destituir por cumplir con el
Programa de Gobierno que había inscrito según los mandatos legales y que, como
quedó demostrado, golpeaba los privilegios de poderosos contratistas que,
amangualados con una mayoría en el Concejo, usaron “todas las formas de lucha”
para evitar que Petro sacara adelante la propuesta de la Bogotá Humana,
incluida la obra del metro subterráneo, hoy nuevamente aplazada por un anuncio
de “metro alto y esbelto”, que no cuenta con los estudios de detalles que
ordena la ley, denunciados en varios debates por el concejal Hollman Morris.
Tercero: oponerse a la revocatoria
con el argumento de que “causa desgastes” y “distrae los recursos y por ende
sabotea los proyectos de ciudad…”, como dice El Espectador, sea lo primero decir que
un “desgaste” lo produce la dinámica ciudadana camuflando la verdadera razón
que los distintos comités han argumentado, como lo es el engaño de Peñalosa a
la ciudadanía. El alcalde mayor faltó a la verdad (incluido el falso
doctorado); es la esencia que respalda la revocatoria. ¿Acaso no es esta un
camino para tramitar un conflicto (natural entre dos visiones de modelo de
desarrollo urbano) de manera pacífica? Por otra parte, reconocer que se
distraen los recursos públicos en la revocatoria, sin eufemismos, es poner al
desnudo que la administración de Peñalosa usará la plata pública para
contrarrestar la iniciativa ciudadana, asunto abiertamente ilegal. Deben los
organismos de control poner la lupa sobre estos dineros, sobre todo los gastos
de publicidad y comunicaciones.
Finalmente, la nota editorial responsabiliza de la “polarización” a los
promotores de la revocatoria, pero no dice nada sobre el abandono de Peñalosa
de los lineamientos establecidos en los distintos Planes Maestros (incluido el
de la movilidad), poniendo patas arriba el esfuerzo continuo que ha hecho
Bogotá, sobre todo en el proyecto del metro subterráneo. Se deben realizar
foros para develar las mentiras y negocios de Peñalosa, motivos suficientes
para la conveniente revocatoria.
* Politólogo. Ricardo Rey
Rosanía*
... sacara adelante la propuesta de la Bogotá Humana, incluida la obra del metro subterráneo, ... establecidos en los distintos Planes Maestros (incluido el de la movilidad), ... Se deben realizar foros para develar las mentiras y negocios de Peñalosa, motivos suficientes para la conveniente revocatoria.
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