El pasado viernes 29 de abril fue radicado en el concejo de
Bogotá El Plan Distrital de Desarrollo “Bogotá, Mejor para Todos
2016-2019”. Este documento de más de 600 páginas condensa la política
pública que guiará la administración de Enrique Peñalosa durante su
alcaldía.
A pesar de las advertencias que
en materia ambiental se habían planteado al anteproyecto y de las
recomendaciones generadas por instancias de participación ciudadana tan
importantes como el Consejo Territorial de Planeación Distrital,
el Proyecto de Plan de Desarrollo que se presenta al Concejo carece de
una política seria y suficiente de conservación y protección ambiental.
Aunque existe un eje transversal denominado sostenibilidad ambiental basada en la eficiencia energética y
se enuncian temas que se habían dejado por fuera en el anteproyecto
como el manejo de residuos sólidos, el aprovechamiento de material
reciclable o el mejoramiento de la Estructura Ecológica principal, su
inclusión no pasa de la simple mención.
Al analizar el proyecto
de acuerdo radicado, los elementos fundamentales para la conservación de
la estructura ecológica principal de Bogotá y el medio ambiente siguen
estando ausentes.
Su retórica ambiental sobre la descontaminación del Río
Bogotá y la protección de los Cerros Orientales se contradice con la
ínfima partida presupuestal. Sólo el 0,6% de los recursos son destinados
al eje de sostenibilidad ambiental. (art.120) Además, al concentrar la
estrategia de financiación del Plan en las Asociaciones público privadas
– APP (art.121), el futuro de los proyectos que no generan
rentabilidad, como la protección ambiental, quedan condenados al
fracaso. Nunca se debe perder de vista que la participación del privado
se hace con el exclusivo propósito de obtener utilidades, con las
nefastas implicaciones para la garantía de los derechos que todos los
colombianos ya conocemos por cuenta de las EPS.
Además de los recursos, la segunda gran ausencia corre por
cuenta de la Reserva Forestal Thomas van der Hammen. En el documento se
asume de manera descarada que la reserva no existe y se impone sobre
este territorio un proyecto de vivienda. Las manos de la especulación
inmobiliaria, los negocios de los financiadores de la campaña del
Alcalde y la carrera a la presidencia de Vargas Lleras parecen ganarle
el pulso a la defensa ambiental que debería primar en el Plan de
Desarrollo.
Frente a los humedales, la línea que guía la política es la
obtención de recursos a través del turismo y el embellecimiento urbano.
La propuesta de construir parques lineales en los humedales Juan
Amarillo, Jaboque, Córdoba, Torca, Guaymaral y Conejera (art. 144)
relega a segundo plano la conservación de estos ecosistemas
fundamentales para la ciudad. Además, la vocación inmobiliaria del
Alcalde pone en riesgo humedales reconocidos como la Vaca y no
reconocidos como el Salitre y el Salitre-Greco.
Finalmente y de especial preocupación para los bogotanos y
para el propio Concejo es la chequera en blanco que pretende tramitar
Peñalosa en el Plan de Desarrollo. Se trata de todo un conjunto de
artículos que le confieren la capacidad de introducir vía decreto
modificaciones sustanciales al plan y a los usos del suelo en Bogotá,
sin la necesidad siquiera de tener que someterlo a discusión en el
Concejo.
El primer tema sobre el que versan estos “súper poderes” es
el transporte masivo en la ciudad, el cual está concentrado en el
Transmilenio-Volvo con seis nuevas troncales. El Plan de Desarrollo le
permite al Alcalde variar el uso de cualquier predio en la ciudad,
incluso del espacio público (art.85) para ponerlo al servicio del
sistema de transporte. El riesgo ambiental salta a la vista ya que esta
autorización permite al alcalde atravesar una vía o un Transmilenio por
encima de cualquier “potrero”.
El segundo tema se relaciona con los proyectos inmobiliarios
y de renovación, en particular los de iniciativa de la Nación. Con el
artículo 86 el burgomaestre queda autorizado para adecuar la
normatividad e impulsar este tipo de proyectos. Así, la renovación
urbana del Centro Administrativo, CAN quedaría prácticamente habilitada,
pese a que afecta a la Universidad Nacional, la Escuela Superior de
Administración Pública y el Parque Simón Bolívar.
Como si esto no fuera suficiente, de ser aprobado el Plan,
el Alcalde queda facultado para modificar los proyectos incluidos en el
documento y para anexar nuevos vía decreto (art. 149). Con este Plan de
Desarrollo y como si se tratara de un principado, Peñalosa podrá
continuar promoviendo a sus anchas el cemento y el sistema
Transmilenio-volvo que lo caracterizan siendo el único impedimento a su
afán destructivo y privatizador la organización y movilización social,
tarea pendiente y necesaria de todos los demócratas bogotanos.
@IntiMesias
http://www.las2orillas.co/se-marchita-el-medio-ambiente-de-bogota-con-plan-de-penalosa/
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