El alcalde de Bogotá es una contradicción humana: anda en bicicleta y la
promueve como un transporte amigable y ecológico, pero, al mismo tiempo
que pedalea por la ciudad mostrándose como el burgomaestre enemigo de
los contaminantes carros, piensa que lo mejor que se puede hacer por
Bogotá es atravesar unas avenidas por una reserva forestal y, de paso,
animar a los constructores para que allí proyecten edificios y conjuntos
residenciales.
Claro, Bogotá necesita vías, eso es innegable.
Pero las vías se necesitan dentro de la ciudad, no en sectores de baja
densidad poblacional como la zona de la reserva Thomas van der Hammen.
¿Que es urgente abrir nuevas avenidas para desembotellar la salida norte
de la ciudad? Claro que sí, ¿pero qué tal si pensamos en la tan
esperada y anunciada ampliación de la autopista Norte o la de la carrera
7.ª, que desde la calle 187 se vuelve una trochita de dos carriles?
Si
de verdad el Alcalde piensa que con la construcción de la ALO, así como
la prolongación de la avenida Boyacá y la avenida Ciudad de Cali hacia
el norte, las vías de la capital van a hacerse más transitables y
disminuirá el trancón, considero que está profundamente equivocado.
Claro, puede que algo del tráfico de la autopista Norte se reduzca,
¿pero acaso el resto de la ciudad no existe? ¿Y el trancón de la NQS? ¿Y
el embotellamiento de la 68? Simplemente, deténgase a pensar en ese
trancón que usted tiene que soportar diariamente en Bogotá y verá que
poco o nada servirán las avenidas que Peñalosa quiere atravesarle a la
Van der Hammen, aunque para la Administración esas vías sean la panacea.
Pero
más allá de las avenidas, el lío radica en el resto del proyecto, que
lo que busca es urbanizar esa zona en el norte de la capital.
Según
la Alcaldía, la reserva forestal es casi inexistente. Poco queda de la
vegetación nativa y de los cuerpos de agua de la Sabana que fueron
arrasados por colegios, casas, canchas de fútbol y cultivos de flores.
De ahí que el razonamiento peñalosístico sea: si no hay nada que salvar,
entonces metámosle edificios a esa vaina.
Grave error.
Si no hay nada por salvar, se puede comenzar de ceros a sembrar la reserva del mañana.
Valga
la pena recordarle al alcalde Peñalosa que hace muchos años, hacia
comienzos del siglo XX, los cerros orientales de Bogotá eran un
peladero. Basta con mirar viejas fotos del cerro de Monserrate (que el
Alcalde ve todos los días desde su despacho en el Palacio Liévano) para
reconocer que hace 70 años allí no había árboles y hoy, gracias a un
proceso de reforestación, esos cerros son orgullo de la ciudad.
¿Qué
se hizo entonces? Desde 1915, la empresa de Acueducto compró muchos de
los predios ubicados en los cerros e inició una política de arborización
que buscaba recuperar los ríos que bajaban desde el páramo.
Infortunadamente, el objetivo de recuperación de las cuencas falló por
la siembra de árboles no nativos. Sin embargo, el verde volvió y la
ciudad ganó.
¿Que armar una reserva forestal de ceros cuesta?
¿Que tendrán que comprarse terrenos y empezar a sembrar árboles y
recuperar cuerpos de agua? Eso es innegable, pero considero que es mejor
herencia para una ciudad dejarle un verdadero parque natural para el
disfrute de sus habitantes, antes que un montón de edificios grises y
avenidas lustrosas solo por poner una placa que rece: esta urbanización
es producto de la imaginación de Peñalosa.
http://directobogota.co/tag/reserva-van-der-hammen/
http://www.eltiempo.com/opinion/columnistas/titulo-de-la-historia/16766350
Recibimos una administración desbarajustada: Peñalosa
W Radio Polémica de Juan Pablo Calvas con Peñalosa
En entrevista con Julio Sánchez Cristo, el alcalde habla sobre lo que su administración ha hecho, está haciendo y hará por la ciudad. peña16
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Enrique van der Peñalosa |
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