¿Y en qué va la revocatoria del alcalde?
que tuviéramos venados en los cerros y calles de Bogotá”.
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En enero, Enrique Peñalosa dijo que “no sería raro que pronto tuviéramos venados en los cerros y calles de Bogotá”. Los venados no aparecieron, pero sí se empezó a desatar una estampida que muy seguramente lo pondrá a correr hasta tener que ocultarse en la reserva natural que hoy pretende urbanizar.
Lo que no tuvo en cuenta el alcalde es que mientras él solo atinaba a decir una que otra “mentirilla piadosa” o falacias más grandes que el caos de su amado Transmilenio, ofendiendo la inteligencia de los capitalinos, en la ciudad ya existía toda una corriente de movimientos y personas mirando cómo se organizaban para hacer frente a lo que preveían sería una nefasta administración distrital, cuyas banderas son movidas por la privatización, los negocios y el cemento.
Dentro de estas corrientes podemos encontrar a un grupo de muchachos que se han convertido en la piedra en el zapato del mandatario, usan camisetas azules (irónicamente como el color oficial de campaña usado por el alcalde) y promueven un espíritu de “rebeldía organizada”; son conocidos como “Revoquemos a Peñalosa” y han tenido un trabajo muy juicioso en diferentes flancos, sobre todo con una fuerza imparable en redes sociales; son el principal escollo que enfrentará el mandatario a partir del primero de enero de 2017.
Recordemos que en Colombia la Ley 1757 de 2015 promueve, protege y garantiza la posibilidad de que los ciudadanos se organicen y puedan ejercer el control político, en este caso, mediante la revocatoria del mandato, y aunque es una ley que nació en la década de los 90, hacia el año pasado tuvo unas modificaciones sustanciales que ahora sí pueden dejar a cualquier mandatario de patitas en la calle y por fuera de su ejercicio como gobernante por la voluntad del elector (en este caso el elector arrepentido).
Pero este desencantamiento no se produjo de forma gratuita, ni la inconformidad general de los bogotanos que se ve reflejada en las encuestas. El alcalde, abanderado de liderar la promoción de los buses BTR (Transmilenio) en el mundo – a través de la fundación para la que trabaja mientras no está en campaña- no ha podido cambiar la percepción negativa que esta ciudad de más de ocho millones de habitantes tiene sobre él, con tan solo un 25% de aprobación de su gestión y un tortuoso 69% de desfavorabilidad en casi un año de mandato.
Lo anterior es fácil de explicar si se tiene en cuenta, por ejemplo, el manejo deplorable de la situación en la que quedaron los cientos de habitantes de calle que salieron del Bronx luego de los operativos en los que, evidentemente, hubo una improvisación en la intervención social, o el desprecio por la institucionalidad y la academia al desestimar los estudios sobre la reserva Thomas Van Der Hammen que el señor alcalde busca urbanizar a toda costa, sin olvidar que con la ayuda del concejo de la ciudad se le están aprobando casi sin cuestionamientos (invisibilizando a la poca oposición) proyectos como la privatización de la ETB y EEB, lo que sutilmente han llamado “democratización”.
Con esa palabra nefasta empezó la perdida de empresas como Telecom, Ecopetrol y la venta de la salud al sistema de EPS, entre otras, y si todo esto fuera poco, desechó los estudios del metro subterráneo que le costaron a usted, a mí y a nuestros hijos más de 130 mil millones de pesos, para salir con su idea de un metro elevado que además nos obligará a pagar otros 23 mil millones por nuevos estudios. Si eso no es improvisar ¿qué es? Y se termina uno preguntando: y a estas alturas los organismos de control como la Procuraduría, la Contraloría y la Personería de Bogotá, ¿dónde están? ¿Será que hay intereses o plata de por medio para tanto silencio y complacencia?
En concreto, a partir del primero de enero se empieza a mover una revocatoria del mandato de Enrique Peñalosa, en la cual se necesita que el 30% de los inscritos en el censo electoral de la elección firmen la solicitud para iniciar el proceso, es decir, unas 271.817 firmas, y que al momento de la votación participe el 40% de los votantes de esa elección donde Peñalosa ganó; significa que se requiere la participación de 1.092.229 votantes y que de ellos, 546.115 voten a favor de la terminación del mandato, y habrá culminado así la historia del segundo período del alcalde Peñalosa en el Palacio de Liévano.
La tarea, obviamente, no es fácil, pero ya hay invitaciones a conformar los llamados cabildos abiertos donde sea la ciudadanía indignada por estos abusos de poder, la que tenga la oportunidad de hacer comités, participar y planear las estrategias de dicha revocatoria. Por ahora, ya han iniciado la tarea, liderados por el grupo de ciudadanos de “Revoquemos a Peñalosa”, quienes programan un gran conversatorio sobre revocatoria para finales de noviembre; con más de 115 mil seguidores en sus redes sociales y con un alcance de más de 300 mil personas semanalmente, auguran una dura pelea en la contienda democrática.
Hace apenas unas semanas estos muchachos líderes del movimiento revocatorio, fueron detenidos injustamente por miembros de la Policía Metropolitana mientras se encontraban en Corferias en un evento de la alcaldía (sin intervenir en el acto) sin recibir una explicación a su detención y teniendo que permanecer horas despojados de sus pertenencias y sintiendo los obstáculos impuestos por quienes deberían ser los principales garantes de la seguridad personal y democrática; todo ello se evidencia en el video subido a su página en Facebook.
Habrá una estampida en Bogotá y no es precisamente de venados, como lo quisiera el alcalde.
Publicado el: 8 Nov de 2016
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