Uno tras otro de definen los planes de ordenamiento o desarrollo de Bogotá y los municipios de la Sabana, según las propuestas de los alcaldes, los Concejos Municipales, los intereses de empresas de servicios y expectativas de otros grupos.
Los caprichos de Peñalosa
Por: Pablo Leyva. Actúan también la Gobernación de Cundinamarca, las instituciones distritales y el DAMA, los ministerios de Vivienda y Agua potable, Transporte, Minas, Comercio y Ambiente, la CAR e instituciones del SINA, el alto Gobierno nacional, los actores privados y sus agremiaciones.
Inciden además organismos de concertación institucional como la
RAPE-Región Central y el Plan de Ordenamiento y Manejo de la Cuenca del Río
Bogotá, que tendrá una gerencia “para que funcione”, y el Departamento Nacional
de Planeación, con los CONPES y planes que guarda en sus anaqueles.
Como resultado del modelo de crecimiento insostenible, impulsado por
este complejo institucional y de intereses, el proceso de ocupación de la
Sabana con urbanizaciones, industria, zonas francas, minería y todo tipo de
actividades comerciales y de servicios es caótico, devastador, desolador. Una
catástrofe anunciada hace tiempo que exige intervención inmediata del alto
Gobierno, en conjunto con la administración distrital, la Gobernación y los
municipios, contando con el conocimiento informado y la participación de la
población.
En cambio recibimos del alcalde Peñalosa una burla: “veo sólo potreros”,
encaminada a desorientar a la opinión para lograr su capricho de acabar con la
reserva Van der Hammen. Su argumento inicial era urbanizarla con el fin de
proteger la Sabana. Como esto es contraevidente, ahora plantea que es necesario
cruzarla con vías (ojalá 4G-APP con peajes), “para desembótellar el norte”.
Aduciendo que estas vías están previstas hace mucho tiempo, el alcalde
solicitará a la CAR autorización para construirlas en la reserva ¿Resistirá
está presión la CAR o producirá un concepto favorable negociado políticamente?
Según su director “existen alternativas constructivas que permiten la
intervención vial de áreas estratégicas”.
Las vías propuestas facilitarán la urbanización de la reserva Van der
Hammen y del área restante de la Sabana. No se piensa en trazados ni en
opciones de transporte, que respeten reservas, áreas sensibles del ecosistema y
del sistema hídrico, ni se tienen en cuenta los compromisos sobre desarrollo
sostenible y cambio climático que ha suscrito el país.
Esta iniciativa terminará privando a los habitantes de la región de un
espacio verde para todos, necesario en una megaciudad, y de zonas de producción
de alimentos cercanas a la capital. Veremos en cambio automovilistas y
motociclistas ansiosos circulando por carreteras y autopistas entre canteras y
construcciones improvisadas, en busca de un sitio de parqueo, un centro
comercial o un conjunto cerrado donde refugiarse.
A cambio de la reserva, con otro engaño, Peñalosa ofrece intervenir y peatonalizar los
cerros de Bogotá, lo que ya empezó a hacer con resultados desastrosos.
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