Daniel Ernesto Rodriguez Triana* Repúblicas Criminales en la Capital de la República

   Pasado más de un mes desde que un gigantesco operativo desmanteló el epicentro de la criminalidad bogotana conocido como El Bronx, el Distrito anunció orgulloso que esta intervención no sólo había logrado poner fin a esta “república independiente del hampa” sino que a su vez había impulsado un cambio positivo en los indicadores de seguridad en el centro de la ciudad. Sin embargo, pese a este presunto triunfo inicial hay reportes que indican que los fenómenos que estaban asociados a este sector estarían migrando hacia otras zonas de la ciudad, y aunque las autoridades han buscado mantener su presencia en “zonas rojas” como los barrios San Bernardo y Cinco huecos, lo cierto es que la proclamación de una nueva república del crimen en Bogotá  parece estar a la vuelta de la esquina.

   La caída del infierno en Bogotá, ¿una ventana hacia la seguridad?

   El pasado 28 de mayo con más de 2.500 hombres de la Policía Nacional, el Ejército y una retaguardia institucional conformada por la Fiscalía, el ICBF y las secretarías de Salud e Integración Social, las autoridades distritales incursionaron en el deprimido sector del Bronx ubicado en la localidad de Los Mártires a tan solo unas cuantas cuadras del centro político de Colombia. Con este operativo se pretendía recuperar una zona que desde el desmantelamiento del barrio El Cartucho a finales del siglo pasado, se había convertido en el principal centro de operaciones de varias de las principales organizaciones criminales dentro de Bogotá conocidas como Ganchos.
   Estas organizaciones comandaban una serie de actividades ilícitas que les permitían obtener una inmensa cantidad de recursos. Se calcula que con tan solo el negocio del microtráfico se generaban ganancias de aproximadamente 130 millones de pesos en tan solo un día y esto sin contar otros importantes rublos como el tráfico de armas, la prostitución y el sicariato. Igualmente la presencia de una economía informal basada en el reciclaje y en el alquiler de piezas o cobijas favorecía la presencia de habitantes de la calle, que aunque si bien no pueden ser catalogados como causantes de la criminalidad en la zona, si facilitaban la presencia de “ollas” o centros de expendio y consumo de drogas
   Sin embargo a este infierno no sólo llegaban personas de escasos recursos. Es sabido que el expendio de narcóticos cobijaba individuos de todos los estratos sociales llegando a sumar más de 5.000 clientes durante el fin de semana. ¿Cómo era posible la existencia de un mercado de semejantes proporciones? pues bien, con las inmensas ganancias de las actividades ilícitas, las organizaciones criminales poseían un inmenso potencial corruptor frente a las instituciones públicas. Actualmente están siendo investigados 30 funcionarios públicos pertenecientes a la Policía Nacional y el CTI por recibir sobornos de parte de los ganchos para permitir el microtráfico. (El Tiempo, 2016)
   Es por eso que es pertinente la analogía de que el Bronx funcionaba como una especie de Estado independiente. Las organizaciones criminales mantenían el monopolio de la fuerza y además imponían un orden social a la población del lugar, basado en el miedo y el silencio frente a las autoridades. Era entonces necesaria alguna intervención y según el distrito, el operativo del 28 de mayo permitió disminuir del 42% en la criminalidad, mejorar la percepción de seguridad e iniciar un proceso de rehabilitación para 2.049 drogodependientes.

   ¿Ante la presencia de un espejismo?

   Aunque son evidentes los resultados positivos de la intervención de las autoridades en El Bronx, es de vital importancia no caer en un espejismo. Entre las principales críticas que se erigieron en contra del operativo se encuentra la falta de un componente social a largo plazo que impida que la población drogodependiente tratada vuelva a recaer en una espiral adictiva. Así mismo, los disturbios seguidos a la intervención institucional en las zonas comerciales aledañas como Plaza España, también fueron materia de críticas por parte de los detractores de esta intervención quienes afirmaron que el Distrito no tenía preparado un plan de contingencia para tal eventualidad.
   Sin embargo a un mes del operativo, otros aspectos que debían ser tratados han cobrado relevancia. El tráfico y distribución de drogas en la ciudad sigue siendo un negocio altamente rentable, y pese a que se encontraba centralizado en El Bronx, los ganchos habían iniciado un proceso de expansión hacia otros sectores de la ciudad como Suba, Kennedy y Ciudad Bolívar de acuerdo a varios reportajes de prensa en El Espectador y El Tiempo. Igualmente el consumo de estupefacientes también se ha consolidado en lugares como bares, universidades y colegios, por lo que cada vez son más diversos los canales de distribución y no se concentran solo en ollas.
   La corrupción que facilitó la proliferación del Bronx es otro elemento a tener en cuenta. Sin una estrategia clara que depure las instituciones públicas de elementos cooptados por el crimen organizado, será muy probable que ante la existencia de nuevas ollas no exista una respuesta efectiva a nivel institucional. Adicionalmente se requiere una ostensible mejora en la justicia sin la cual es imposible disuadir a los actuales y futuros criminales de participar en actividades ilícitas.
   Los antecedentes son varios, y con la intervención del Cartucho se creó un espejismo de tranquilidad que dio paso al posicionamiento de El Bronx como la peor olla de la ciudad. Podría repetirse esta historia ya que existen reportes de sectores que se están fortaleciendo como nichos de criminalidad.

   Un caso específico es el del barrio San Bernardo, ubicado en la localidad de Santa Fe y cercano a la zona de influencia de El Bronx. Desde el año pasado ya se registraban enfrentamientos armados entre ganchos por el control de los centros de expendio y un proceso de compra de predios para actividades ilegales por lo que las autoridades aumentó su presencia, pero todavía falta mucho por hacer para impedir el surgimiento de otra república criminal al interior de Bogotá. Tomado:

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