Cristhian Ayala García* El plan distrital de desarrollo para “recuperar” Bogotá - Radio Macondo

   Por Cristhian Ayala García. En días anteriores el alcalde Peñalosa presento su anteproyecto de plan de desarrollo distrital que está en consonancia con las políticas que ha ejecutado en su objetivo de “recuperar” Bogotá, que solo ha significado un viacrucis para las gentes del común y los avances que habían representado las anteriores alcaldías de izquierda en la ciudad.
    Peñalosa quiere construir una ciudad en función de devolver los mercaderes al templo y es por eso que ninguna de sus políticas se piensa por fuera de las alianzas público privadas, su plan se divide en tres pilares y cuatro ejes transversales que al igual que el sermón de las 7 palabras solo son el camino para la crucifixión definitiva de una Bogotá humana y para la paz, eso sí, sin posibilidad de resurrección por lo menos en los tres días siguientes.
   Focalización de derechos como profundización de la receta neoliberal
   El plan de desarrollo de Peñalosa sustenta la pobreza principalmente en dos aristas, la primera la desaceleración económica que hoy vive el país y la segunda en factores como la discriminación social, esto hace que un ejercicio más profundo del diagnóstico nos muestre que en Bogotá igual que en el contexto global la crisis generada por los grandes capitales la terminan pagando los menos favorecidos.
   El plan en su totalidad no maneja ninguna noción de universalidad frente a los derechos, a diferencia de los avances que habían tenido las anteriores alcaldías, un ejemplo de esto es el sector de la educación básica y media, de hecho en este sector Peñalosa busca utilizar mecanismos como el de las concesiones, con la construcción de 10 nuevos colegios que se basen en este esquema que debilita lo público y permite que los privados jueguen en un campo según sus intereses, en salud también se busca fomentar las asociaciones público – privadas con el tema financiero como determinante a la hora de brindar derechos, este elemento puede culminar con los programas basados en la prevención y la atención primaria.
   La cultura y el deporte pasan a un segundo plano en materia de inversiones, donde se tiene una meta de aumento de un pírrico 2 % en cobertura, que no se acompasa con la proyección poblacional en la ciudad, esto sumado a anuncios ya dados por la administración que buscan limitar los escenarios “al parque”.
   Una ciudad para los privados.    Privatizar bajo la lógica de una “prestación eficiente de los servicios públicos” es una de las apuestas centrales y el mayor de los compromisos que adquiere Peñalosa en su mandato de cara a los grandes capitales, la ETB y la EAAB están en la mira para seguir el legado de manera más local de lo que se hizo con ISAGEN a principio de este año. Aquí vale la pena resaltar que la ETB es de las únicas empresas públicas que tiene el país en materia de telecomunicaciones, que puede seguir siendo una alternativa a lo que ha significado el monopolio de la empresa Claro, que hoy tiene muy altos costos y el mal servicio.
   Otro gran compromiso que adquiere Peñalosa es el de la descontaminación de la cuenca media del rio Bogotá, que junto a la construcción de alamedas y senderos lo hará en virtud de tener en nuestro país un paisaje al mejor de los estilos europeos, eso sí, como en la mayoría del plan, esto no tendrá en cuenta ningún impacto ambiental que pueda surgir, ni siquiera después de experiencias como lo que significo proyectos como el de Metrovivienda.

   Lo más paradójico es que la feria del cemento que proyecta el alcalde Mayor se piensa hacer hasta en los municipios donde él no es alcalde, toda la sabana de Bogotá es considerada en el plan con una gran cantidad de suelo útil, por lo tanto en estos se podrían consolidar nuevos asentamientos urbanos, bajo eufemismos como el de “intervenciones integrales del hábitat” que solo significan una afectación en miras a continuar la perspectiva neoliberal del desarrollo que se basa en introducir absolutamente todo, hasta nuestro medio ambiente en las lógicas del mercado poniéndolas por encima de la vida.

Frente a movilidad, problema que es crítico en la “Atenas suramericana”, no se piensa nada más allá de lo que ya existe, es decir un sistema “integral” basado en buses azules y troncales de Transmilenio, el metro no es una proyección central del plan, y no se nombra más allá de algunos ajustes en términos de infraestructura de alcantarillado por si algún día un santo que no es Peñalosa nos hace el milagro.
   Lo último en este aspecto es que por supuesto la ciudad está pensada de cara a la crisis energética que se viene en el país, y es por eso que un eje central es el del ahorro de energía bajo otro eufemismo como lo es el de la “eficiencia energética”, donde más allá de posibles racionamientos e invitaciones a ahorrar energía, no se replantean las formas actuales de generar energía, que son sumamente depredadoras con el ambiente.
   La ciudad del miedo.    El plan en su diagnóstico reconoce algunas causas y condicionamientos estructurantes de algunos tipos de comportamientos delictivos que se dan en la ciudad, sin embargo en este aspecto en particular es donde se ve una mayor desconexión entre lo que se diagnostica y las estrategias, ya que el aspecto principal no recae en programas que contribuyan a mermar lo estructural sino en aspectos como la profesionalización y la mejora del equipamiento de las fuerzas de policía del distrito.
   Vale la pena agregar que el plan pareciera estar pensado en una ciudad por fuera de Colombia, ya que tiene en cuenta de manera muy superficial y enunciativa el escenario de diálogos que se está llevando a cabo con las fuerzas insurgentes, la paz es solo entendida como la reintegración de algunos rebeldes a la vida civil y no toca ningún otro aspecto fundamental como lo son los acuerdos de La Habana, sobre todo en referencia a importantes avances como las garantías para la oposición política y todo lo referente al punto de participación política.
   POT, más de lo mismo.    La ciudad se piensa en una lógica de expansión compacta, es por eso que la gran apuesta denominada “ciudad paz” en términos de vivienda es la novedad en el plan, esta ciudad estará dividida en tres, la ciudad rio que estará en cuencas hidrográficas, la ciudad Bosa al sur de la ciudad y la ciudad norte. Sin embargo el plan de ordenamiento territorial se piensa de nuevo sin ninguna perspectiva frente al cuidado ambiental, más allá de la enunciación a los cerros orientales y a algunos humedales.
   Las denominadas construcciones en el entorno metropolitano bajo la lógica de “gobernanza regional” muestra el profundo interés de Peñalosa por mandar hasta por fuera de sus límites ayudado de la gran cantidad de alcaldes que puso su coalición en los municipios aledaños, uno de los compromisos es el de llevar el actual sistema de transporte a dichos lugares, cosa que para los privados es una maravilla pero que para los usuarios termina siendo otro problema como el que se da todos los días en el municipio de Soacha, donde no se acompasan las demandas sociales con la oferta institucional.
   Ciudad región como ciudad del mercado.    Surge el concepto de “ciudad región” entendida como Bogotá y sus municipios aledaños y se emula un esquema como el de la ya famosa “confianza inversionista” donde a algunos empresarios se les fomentaría planes para eliminar la carga impositiva bajo la creencia neoliberal de que esto fomentaría el empleo. La ciudad quiere ser proyectada como un “ecosistema empresarial”, esta proyección estaría construida de la mano de Colciencias.
   La solución a los mercados informales se plantea de alguna u otra manera a modo de guerra abierta, donde la solución no para la totalidad, sino para alguna parte es la vinculación progresiva a los circuitos económicos que se plantean en la ciudad, esto no muestra una solución inmediata del tema y más cuando se hace el paralelo con la realidad y se observa que bajo pretensiones como la “recuperación del espacio público” sectores vulnerables son golpeados a diario como lo que ocurre desde la posesión de Peñalosa en sectores como los del centro de la ciudad.
   Por supuesto que esta parte del plan está pensada de manera que solo se puede ejecutar mediante asociaciones público privadas, sumado a que la política de igualdad de género reside básicamente en este aspecto y solo está pensada en materia laboral en estos circuitos, el sector turismo tendrá un especial énfasis en la alcaldía de Peñalosa.
   Desarrollo a costas del ambiente y nuestro entorno.    Lo preocupante del plan en materia ambiental no es lo que se nombra, es más bien lo que se niega, un ejemplo ilustre es el de la reserva Van Der Hammen que no aparece enunciado en el plan en términos de un ecosistema que haya que preservar.
   El plan enuncia de manera descarada una antagónica entre el desarrollo y consolidación de la ciudad y la disminución de impactos ambientales, en ultimas en esa lucha a muerte entre el cemento y el ambiente nuestro alcalde se inclina más por sus compromisos adquiridos desde el inicio de su campaña por la “recuperación” de Bogotá, sin importar por encima de que o de quien haya que pasar. El plan en materia de defensa ambiental solo se compone de eufemismos y poca concreción, como lo es el tema de la reducción de emisiones contaminantes donde no existe algo más allá que unas metas propuestas.
   Gestión pública sin participación ciudadana. Todo empieza con lo ya sabido, una evidente carencia de mecanismos de participación ciudadana que tengan un carácter vinculante en términos de gestión, ejecución y evaluación de políticas públicas, la mayor apuesta en términos de democracia es una mutación del ciudadano mínimo que impuso el neoliberalismo, ahora conocidos como los “ciudadanos TIC o digitales”, básicamente gran parte de la política reside en ver por internet, Tablet o Smartphone la gestión de nuestro gobierno local.
   “Recupera Bogotá” en términos de participación ciudadana se reduce en reconstruir confianzas con las elites locales y nacionales, partiendo del escenario de ruptura que había significado las anteriores alcaldías de la izquierda, esto se acompaña de una reforma administrativa basada de nuevo, como en gran parte del plan, en asociaciones público privadas. Un elemento nuevo de análisis será el de la formación de la secretaria de seguridad que al parecer ya pasó sus primeros debates en el concejo distrital.
   A modo de conclusión se podría plantear que el plan que busca ejecutar Peñalosa es una ruptura como muchas apuestas sociales y políticas que habían en la ciudad, sumado a que es un plan impensable sin los privados y los mercados que hasta en términos financieros [2] miran de igual a igual a la administración distrital, en ultimas nuestro alcalde mayor vive su pascua y la comparte con los grandes empresarios y las elites a partir de una receta neoliberal ya conocida pero que en Bogotá quiere ser aplicada sin reparo alguno, depende de la propuesta y la movilización ciudadana no dejar echar para atrás avances de anteriores administraciones así como defender lo público que pasa también por defender a ultranza nuestro entorno ambiental.
   Gran parte del plan podría ser considerado ilegal bajo el principio de no regresividad en materia de derechos sociales, ya que este atenta directamente sobre algunos como el tema de los vendedores ambulantes o la atención en salud, ojala como Barrabas podamos ser perdonados al haber entregado la ciudad.
Notas
[1] Anteproyecto del plan de desarrollo “Bogotá mejor para todos 2016-2019”.
[2] El 36.1% del financiamiento del plan le corresponde a la administración central mientras que el 34.3 se basa en recursos del sector privado.

Plan distrital de desarrollo para “recuperar” Bogotá


El plan distrital de desarrollo para “recuperar” Bogotá

El plan distrital de desarrollo para “recuperar” Bogotá - Radio Macondo:
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