Agrupados
en una supuesta "apoliticidad", algunos de los más ricos de Colombia
y de su capital, al conformar ProBogotá el 1 de agosto de 2014, oficializaron e
hicieron pública su decisión de recuperar la principal ciudad del país para sus
intereses. Rafael Pardo, Peñalosa, y Francisco Santos, son sus
candidatos. ¿Lograrán su propósito?
Con una agenda claramente política, así lo niegue públicamente,
ProBogotá –PB– se lanza por la reconquista de la alcaldía de Bogotá tras doce
años de ausencia del gran capital en la administración directa de la mayor urbe
del país. Creada a mediados del año pasado, este tanque de pensamiento,
conformado y financiado por las empresas y grupos empresariales de mayor
músculo financiero, no solo locales sino también extranjeros, se propuso, como
primer gran objetivo, retomar el poder capitalino para los intereses del gran
empresariado.
Se trata de un modelo de intervención para gestionar ciudades a partir
de la injerencia de lo privado en lo público, dentro del espíritu más audaz y
avasallador de la economía de mercados. Lo ocurrido aquí es una réplica de
otros experimentos realizados en ciudades como Londres, Barcelona, Sidney,
Auckland, Berlín y Toronto, en donde las grandes fortunas del capital se ponen
al servicio de iniciativas hegemónicas para postular, hacer elegir y luego
controlar a alcaldes y gobiernos locales cercanos a los intereses del sector
empresarial. De esta forma, sitúan a través de sus inagotables formas de
financiación, de la gestión del conocimiento, de la influencia y articulación
de sus capacidades empresariales, a unos gobernantes "amistosos"
(business-friendly), para que sean dóciles a las demandas cada vez más voraces
de los grupos que encuentran en la grandes ciudades, como Bogotá, un terreno
fértil de mercado para su usufructo, en detrimento de las necesidades más
amplias y urgentes de tipo social que padecen los grandes conglomerados
urbanos.
Este movimiento, impulsado por inmensas fortunas de empresarios y que ya
tiene dimensiones globales, es una reacción a la tendencia de muchísimos años
de las grandes ciudades de elegir de manera consistente, alcaldes de izquierda,
gracias a los enormes bases de trabajadores, estudiantes y trabajadores que se
concentran en las ciudades. Es así como Roma, París, Madrid, Sao Paulo, entre
otras, se han caracterizado por elegir alcaldes comprometidos con las causas
sociales de los más desfavorecidos.
En Colombia, esta no es la primera iniciativa de este tipo. Desde hace
varios años opera ProAntioquia –PA–, que reúne a las empresas del Grupo
Empresarial Antioqueño (GEA), así como a otras nacionales y extranjeras, y cuyo
propósito principal, aunque no público, es hacer elegir al alcalde de Medellín,
al gobernador de Antioquia y los alcaldes de otros municipios claves en la
geografía antioqueña y, en consecuencia, sustraer las administraciones del
departamento y sus principales municipios de gobiernos con vocación
auténticamente democrática. Y basta con mirar los resultados de las elecciones
en ese departamento durante los últimos años para comprobar la eficacia que ha
tenido este tipo de proyectos; gracias, en gran parte, a disponer, de manera
abundante, del recurso más escaso para cualquier proyecto político y el que
mueve todos los demás: el financiero.
La ciudad como negocio. No es una casualidad que PB surja a mediados del 2014, a poco más de un
año de las elecciones que tendrán lugar en el próximo octubre, el tiempo
suficiente para poner en marcha toda una serie de mecanismos y dispositivos de
poder para asegurar, que en el palacio Liévano se siente, a partir del primer
de enero del 2016, un alcalde que obedezca a sus propósitos. Por ello, no es
sorprendente la estrategia de haber impulsado tres candidatos representantes de
los grupos de poder económico, como Peñalosa, Santos y Pardo, todos a cual más
cercanos al gran capital, para contrarrestar y atajar la indudable fuerza que
desde un comienzo mostró la candidata del Polo, Clara López, buscando con esta
estratagema, diversificar las opciones del electorado conformado por una cada
vez mayor clase media, para intentar así debilitar el voto social y popular que
ya ha adquirido la disciplina de votar por candidatos de talante democrático.
Para el director ejecutivo de PB, Luis Guillermo Plata, exministro de
Comercio del gobierno de Uribe y alfil del uribismo, la coyuntura actual es
"una oportunidad única" para reconquistar el poder para el sector
privado. Afirma, en el documento llamado Propuestas de PB para la nueva
administración distrital 2015-2019: "Para PB el momento actual representa
una oportunidad única de contribuir a que los siguientes 4 años se traduzcan en
un avance significativo en el proceso de transformación y crecimiento armónico
hacia una ciudad-región que sea un mejor lugar para vivir, y trabajar e
invertir. Y esta es precisamente nuestra razón de ser". (El énfasis es
nuestro).
El 1 por ciento. ¿Quién conforma PB? Setenta de los tradicionales dueños de la ciudad, de
los dueños del país: los grupos financieros Bolívar-Davivienda, Colpatria, la Organización
Luis Carlos Sarmiento Angulo (y por consiguiente El Tiempo), el Grupo
Santodomingo, el Grupo Corona, la revista Semana; el grupo industrial Haime, el
grupo Pedro Gómez, Avianca, Alquería, Amarilo, además de grupos extranjeros
como Citi, IBM, Microsoft, ExxonMobil, Terpel, McKinsey, por solo mencionar los
principales. Allí está concentrada, entre PA y PB, el gran capital que controla
de manera hegemónica a Colombia.
A pesar de llamarse a sí misma como entidad "apolítica", basta
con conocer sus programas, iniciativas y publicaciones para revelar que su
intención principal es tener una injerencia grande en la gestión de lo público.
Desde su enfoque estratégico de "Pensar, Proponer e Influir" se
vislumbra lo que admite, de manera explícita, como un "primer frente de
trabajo" y es, "liderar el cambio que impacte significativamente la
vida de millones de ciudadanos al impulsar una visión de largo plazo, al 2038,
para la Región Capital" que se abre a la vez en una triple estrategia de
inconfundible sabor neo-liberal: desarrollo económico, desarrollo urbano
sostenible y calidad de vida; una agenda hecha a la medida de los intereses de
la gran acumulación de capital.
Bastaría con auscultar las finanzas de las campañas del trío
Pardo-Santos-Peñaloza, para detectar las líneas de alimentación que van desde
los animadores de PB con las respectivas campañas de estos candidatos, que
disputan por estos días, codo a codo, la simpatías de los bogotanos con la
principal candidata de la izquierda. En realidad, a PB le da lo mismo que quede
cualquiera de estos tres; al abrir el abanico de candidatos neoliberales, se
logra de manera paradójica, quitar cualquier acusación de apoyar a un candidato
particular o de ser considerada esta una entidad con favoritismos políticos. El
objetivo, por ahora, es arrancarle a la izquierda el gobierno de la capital del
país, conseguido de manera democrática desde hace doce años, reconquistarlo y
no volverlo a soltar.
La ciudad y el país. Por otra parte, los vasos comunicantes entre PA y PB tampoco están
ocultos. En un evento denominado 1er Encuentro PB, realizado a fines del año
pasado, en el que participaron representantes de las fundaciones hermanas Barcelona
Global, London First, y Partnership for New York, así como el líder conservador
británico Greg Clark, secretario de estado para la Oficina de Comunidades y
Gobierno local, PA (que tiene en su base al grupo Argos, Celsia, Isagen, Haceb,
Éxito, Sura, Orbis, Mineros, Familia, Protección, y también Renault, El Tiempo,
ExxonMobil, Siemens, Deloitte), compartió sus principales enseñanzas y
lecciones aprendidas a sus colegas de PB, entre ellos lo que denominan la
movilización de las capacidades empresariales; es decir, poner en acción todo
su músculo empresarial y privado para influir en la gestión de lo público. De
esta forma queda clara que la tenaza PA-PB quiere controlar los dos principales
centros urbanos del país, que representan más de la mitad del PIB nacional.
Una de las más efectivas estrategias desplegadas, pero no la única, por
supuesto, por este tipo de instituciones es el trabajo voluntario, llamado
"voluntariado dinámico", realizado por todo tipo de jóvenes,
profesionales y ejecutivos de las mismas empresas que conforman las fundaciones
con que estas despliegan parte de sus postulados políticos, jóvenes que son
desplegados por toda la ciudad para realizar encuestas, investigaciones,
caracterizaciones y otras actividades de propaganda, práctica no muy lejana de
los cuerpos voluntarios de la Italia y la Alemania de los años veinte y treinta
del siglo pasado.
Clientes, inversionistas o empleadores
vs. "sustitutos, subordinados y subversivos" En resumen, PB toma cuerpo a la sombra, imagen y semejanza de las otras
iniciativas mencionadas existentes en las grandes ciudades del llamado primer
mundo, atendiendo a las necesidades del gran sector empresarial, del capital y
de los inversionistas que ven a las ciudades, no como centros necesitados de amplios
programas de cubrimiento, de protección social, de reconocimiento y desarrollo
de lo individual y lo social, sino como mercados para ser explotados
comercialmente, donde los ciudadanos son mirados como clientes potenciales,
donde se articulan diferentes "formas de lucha" esbozadas en
estrategias y tácticas de largo y corto plazo, donde lo que prima es la cultura
empresarial, no la pública, donde la ciudad se convierte en un terreno fértil
para hacer "lobby" de negocios, donde hay que presentar una fachada
de "apoliticidad" para no generar sospechas o suspicacias, donde se
rechaza todo tipo de "ideología" que no sea aquella del
enaltecimiento del capital, y en donde se trabaja sobre el apalancamiento de
las capacidades y habilidades de las empresas y sus líderes parta intervenir e
influir, desde lo privado en la gestión pública, para el mayor y continuo
aprovechamiento del capital.
Todo lo anterior, a costa de los ciudadanos de las grandes urbes que
cada vez ven menos probabilidades de reconocimiento (y en su lugar encuentran
la política del desprecio), de integración, de progreso, de educación. A los
actores urbanos, se les ve, desde esta perspectiva bajo la clasificación
tripartita capitalista de clientes, inversionistas o empleadores; y de esta
manera quieren que estos ocupen el lugar de los "sustitutos, subordinados
y subversivos", en referencia a empleados y servidores públicos y a los
ciudadanos que no se pliegan a los intereses de las fuerzas hegemónicas del
poder.
¿Lograra PB su propósito en octubre próximo? El reto para los sectores
sociales y políticos alternativos, para impedir que así sea, es inmenso. De su
imaginación y capacidad por disponer una política que en verdad concite e
integre a todos los sectores sociales, depende la fuerza para impedirlo, tanto
en el corto como en el mediano y largo plazo, para lo cual es indispensable la
constante movilización y participación ciudadana, avanzando en un proceso de
amplia y democrática politización de las mayorías sociales, factor fundamental
para cerrar la brecha entre dirigentes y dirigidos, y para despertar la pasión
que toda política realmente de cambio requiere para llevarse a cabo.
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Agrupados en una supuesta "apoliticidad", algunos de los más ricos de Colombia
y de su capital, al conformar ProBogotá el 1 d...
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