Por Sara Elizabeth Cifuentes.
Si usted es un bogotano asalariado, que tiene que levantarse muy temprano para
llegar a su destino, que no ha podido comprar carro y casi siempre tiene que
subirse a buses llenos o al Transmilenio en horas pico; esta nota es para
usted.
El Transmilenio no resolvió el
problema del transporte en Bogotá y se convirtió en otro elefante blanco.
El problema del transporte en Bogotá
Ya existen varias propuestas
desde el Concejo de Bogotá y el Congreso, para de alguna forma buscar
alternativa al caos vehicular, que no parece tener fin y que pareciera tener
otras aristas, que podrían traerán como consecuencia una ciudad insostenible en
materia de transporte. Propuestas que van desde la chatarrización, ampliar el
pico y placa, hasta la construcción del Metro.
Esta última debatida en el
Concejo de Bogotá por el concejal Carlos Romero, quien sostuvo que si no se
reconsidera el trazado de la mencionada Fase III se estará castrando a futuro
la posibilidad de construir el Metro. que: “El sistema vial de la Capital de la República podría colapsar a
mediano plazo si se ejecuta, como se tiene previsto, la denominada Fase III de Transmilenio
que cubrirá el trayecto comprendido entre las Carreras Décima, Séptima y la
Calle 26”.
Para el Concejal la solución de
movilidad de Bogotá depende de una estrategia integral de transporte en que se
combinen con eficiencia varias modalidades y se optimice la calidad de las
vías.
Insistió en la necesidad de no
echar en saco roto la construcción a corto plazo del Metro en una primera línea subterránea que iría entre las calles 72 y 13 por
la carrera Séptima y conectaría con líneas de superficie como en Medellín,
entre la Calle 72 y Engativá; y la Calle 13 y Kennedy. Estudios demuestran que en horas pico se transportan
a través de la carrera Séptima - entre la 170 norte y la 35 sur - alrededor de
80 mil personas y con la entrada de la Fase III, Transmilenio sólo alcanzaría a
movilizar 15 mil pasajeros.
El temor es que si se ejecuta
la III Fase de Transmilenio copará las carreras Décima y Séptima y la Calle 26,
lo que impedirá la construcción del Metro y detendrá la posibilidad a Bogotá de tener una Sistema Integrado de Transporte.
A pesar de la implementación del Sistema de Transmilenio
en la Capital de la República, el caos vehicular, parece no tener fin. Los
trancones no cesan, aún existen barrios en donde no llegan alimentadores, ni
existen otras rutas de transporte público cercanas. En ocasiones, los bogotanos
tienen que caminar largos trayectos para conseguir transporte o esperar varios
minutos.
En el caso concreto del Transmilenio
las horas pico son un caos. Los buses repletos de gente en franca competencia
para buscar un pequeño rincón, con tal de que lo lleve. En muchas de esas
competencias se atascan sacos, bolsos y hasta brazos. Cuando ya han pasado las
horas pico baja el ritmo de gente, pero también la frecuencia de los buses del
sistema y ni se diga de los alimentadores, pasan hasta 15 minutos esperando a
que pasen. Ni hablar de los conductores que al principio muy decentes, pero
ahora pueden competir con los del transporte público tradicional.
Pero ojo, que no es lo mismo
tomar transporte para una persona que vive en el Nuevo Chile de la Localidad de
Bosa, a una que vive en la Ochenta o en Álamos. Aunque no lo crean existen
zonas de Bogotá en donde aún no llegan los alimentadores, o para poder tomar
uno deberán caminar trayectos de 15 o 20 minutos, como es el caso de algunos
barrios aledaños a la Autopista Sur, motivo por el cual la gente prefiere tomar
los tradicionales colectivos, busetas o buses. Mientras algunos optan por el
tradicional o se ven obligados a tomar el Transmilenio, otros eligen usar la
bicicleta.
Sin embargo, son muchos los
bogotanos que usan el transporte tradicional, no obstante sus muchos problemas,
entre los cuales están: la falta de respeto por el pasajero. Casi siempre los
ciudadanos se ven obligados a correr tras los buses o colectivos, ya que no hay
paraderos definidos. Generalmente los buses de transporte público tradicionales
se llenan casi hasta el techo, pero el conductor en su afán de recoger más
pasajeros, sólo atina a decir: “Corran pa´tras, que ahí hay más espacio”.
Las jaulas en que se han
convertido las cabinas de los conductores, que inicialmente se hicieron para
protegerse de los atracos en varios sectores de la ciudad, hoy se han
convertido en una pared de aislamiento entre éste y los pasajeros. El conductor
recibe el dinero del pasaje por un pequeño orificio existente en la cabina.
Como no se escucha, sólo le hace señas al pasajero con las manos para cualquier
pregunta. No se alcanza a sentar el pasajero, sean mujeres embarazadas, o con
niños de brazos o ancianas, cuando arranca salvajemente con consecuencias
graves en muchas ocasiones. Para fortuna del conductor no escucha las groserías
que los pasajeros se ven obligados a decirle. Sucede lo mismo cuando el
pasajero llega a su destino, tiene que bajarse como en maratón, so pena de irse
con el conductor para su casa, o en peligro de perder la vida en las llantas
traseras, como ocurrió a dos pequeños niños hace más de un mes en Suba. Uno
escucha constantemente frases como: ¡Un momento que van con niños!, ¡Pare! o
¿me va a llevar a su casa?, y otras que no se pueden mencionar por respeto a
los lectores, pero a las cuáles muy seguramente han tenido que recurrir alguna
vez.
Ya existen varias propuestas
desde el Concejo de Bogotá y el Congreso, para de alguna forma buscar
alternativa al caos vehicular, que no parece tener fin y que pareciera tener
otras aristas, que podrían traerán como consecuencia una ciudad insostenible en
materia de transporte. Propuestas que van desde la chatarrización, ampliar el
pico y placa, hasta la construcción del Metro.
Esta última debatida en el
Concejo de Bogotá por el concejal Carlos Romero, quien sostuvo que si no se
reconsidera el trazado de la mencionada Fase III se estará castrando a futuro
la posibilidad de construir el Metro. que: “El sistema vial de la Capital de la República podría colapsar a
mediano plazo si se ejecuta, como se tiene previsto, la denominada Fase III de Transmilenio
que cubrirá el trayecto comprendido entre las Carreras Décima, Séptima y la
Calle 26”.
Para el Concejal la solución de
movilidad de Bogotá depende de una estrategia integral de transporte en que se
combinen con eficiencia varias modalidades y se optimice la calidad de las
vías.
Insistió en la necesidad de no
echar en saco roto la construcción a corto plazo del Metro en una primera línea subterránea que iría entre las calles 72 y 13 por
la carrera Séptima y conectaría con líneas de superficie como en Medellín,
entre la Calle 72 y Engativá; y la Calle 13 y Kennedy. Estudios demuestran que en horas pico se transportan
a través de la carrera Séptima - entre la 170 norte y la 35 sur - alrededor de
80 mil personas y con la entrada de la Fase III, Transmilenio sólo alcanzaría a
movilizar 15 mil pasajeros.
El temor es que si se ejecuta
la III Fase de Transmilenio copará las carreras Décima y Séptima y la Calle 26,
lo que impedirá la construcción del Metro y detendrá la posibilidad a Bogotá de tener una Sistema Integrado de Transporte.
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