Con el cambio de alcalde en Bogotá muchas
cosas cambiaron, entre ellas la programación de Canal Capital. Durante cuatro
años la parrilla del canal público de la ciudad giró en torno a dos temas
fundamentales: los derechos humanos y la defensa de lo público, pero Peñalosa, incluso desde su campaña a la
alcaldía, afirmó que en ese canal, no se haría política. Esa es la razón por la
que renuncié a El Primer Café. Tres meses después, pretensiones políticas sobre
el Canal del Congreso, sacaron del aire El Café Colado.
El Primer Café era un
programa odiado por unos, pero de culto para otros. Entre las 6 y las 10 de la
mañana, Antonio Morales y yo hacíamos análisis político de los temas que
considerábamos fundamentales para el país y que además, coincidían con la
orientación editorial del canal: paz, derechos humanos, construcción y defensa
de lo público, y pedagogía política.
Era un programa de
opinión, de opinión seria, documentada, analítica, crítica y argumentativa,
pero por su naturaleza misma, la opinión no es neutral, toma posición, defiende
lo que valora como positivo y critica lo que cree debe ser cambiado. El sesgo
de El Primer Café era evidente y confesó y eso era precisamente lo que hacía
especial, lo que lo llevó a posicionarse como uno de los programas más vistos
en las mañanas colombianas.
Las discrepancias de Peñalosa
con la alcaldía de Petro son
ideológicas y profundas, así que no era de extrañar que los temas que trabajaba
el Canal Capital no le interesaran al nuevo mandatario de los bogotanos. Peñalosa, que se ha apartado
públicamente de las discusiones relacionadas con el proceso de paz de la
Habana, ha definido prioridades de intervención enfocadas en la movilidad y la
seguridad, así que mantener un proceso de posicionamiento temático alrededor de
los derechos humanos y la construcción de paz no tenía sentido en la nueva
administración. Lo que si sorprendió, fue que el burgomaestre afirmara que no
utilizaría el canal de televisión de la alcaldía para hacer política.
La televisión es más
que una herramienta para entretener a la gente, es una herramienta de
información necesaria para los ciudadanos. Con los medios de comunicación
masiva en manos de conglomerados económicos, los gobiernos tienen muy pocas
posibilidades de poner en la opinión pública los temas de interés público y
político (prueba de ello es la dificultad del gobierno nacional para adelantar
una efectiva campaña de pedagogía para la paz). Como ciudadana tengo derecho a
enterarme en qué están los gobiernos distrital y nacional, uno de los
fundamentos básicos de la democracia es precisamente ese, la publicidad de los
actos de gobierno.
La administración de Peñalosa
tendría ahora la oportunidad de poner en la opinión pública los debates que le
interesan como gobernante y que en ese sentido nos interesan a los habitantes
de Bogotá como gobernados. No hacer públicos los actos de gobierno y no
fomentar el análisis sobre los temas priorizados es también hacer política,
pero no democrática.
Luis Fernando Velasco,
presidente del Senado, consideró necesario mantener el formato del programa y
los temas que en él se discutían que si bien ya no coincidían con los intereses
de la alcaldía de Bogotá, si lo hacían con los del gobierno nacional.
El 13 de marzo salió
al aire, por el Canal del Congreso la primera y única emisión de El Café
Colado, que con contenido similar al de El Primer Café, giró en torno el enorme
impacto político y social del paramilitarismo en Colombia y con ello, al
proceso que adelanta la Fiscalía en contra de Santiago Uribe (hermano de Uribe)
por sus presuntos vínculos con ´Los 12 Apóstoles´
¿Sorprende a alguien
que el Centro Democrático comenzara una rápida y feroz campaña contra el
programa? El partido asumió las notas sobre paramilitarismo como ataques
personales a sus integrantes, aunque esa congregación nunca fue mencionada. Lo
mismo había hecho cuando salió a marchar por las calles del centro de Bogotá
afirmando que la investigación contra Santiago Uribe es una persecución política.
Pedir la baja del
programa por su contenido no tendría espacio ante el presidente del Senado que
lo había puesto al aire, así que el argumento fue personal y bajo contra su
director, pero funcionó.
La libertad de prensa
en Colombia no da cabida a la prensa de opinión, crítica, analítica y contraria
a los intereses de quienes detentan el poder. Mientras la sociedad sigue
aclamando información comprensible sobre lo que se negocia en La Habana,
mientras sigue en la ignorancia sobre los asesinatos de líderes sociales y
comunitarios que en solo 10 días llegaron a los 40, mientras siguen siendo
pocos los que entienden que es el TISA y que está entregando Colombia con el,
seguimos viendo clases de pintura china en Canal Capital y debates diferidos
por el Canal del Congreso. Tomado:
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