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Pan y Pedazo- Gobernador, Compra, reVende y Construye
La Procuraduría le pidió la renuncia al ex-gobernador de
Antioquia, Álvaro Villegas Moreno, del partido CONSERVADOR, en 1980, solo ejerció 18 meses, por la investigación que abrió en su contra por “especulación en la compraventa
de terrenos”, ya que valido de su investidura de Gobernador, su empresa
INGENIOBRAS, adquirió un lote de 201.000 mts2 en Niquía, Bello, el cual a los
50 días exactos entregó al ICT para cofinanciar las 1.948 casas bifamiliares
que se hicieron de 1981 a 1984, con un incremento desmesurado del 2.000 %. (Fuente:
Boletines Comité Cívico de las Bifamiliares de Niquía, 1984).
LA CUERDA
FLOJA
Acusación anónima enviada a varios medios de comunicación, desata polémica
en torno al gobernador de Antioquia, Alvaro Villegas Moreno.
AVISPERO
REVUELTO. En resumen, el gobernador arguía que el contrato para construir
"Niquía" había sido
adjudicado a Ingeniobras ocho meses
antes de que el gobierno de Turbay Ayala lo pusiera por primera vez al frente
del departamento, en febrero de 1980. Así mismo, afirmó que se había
desvinculado totalmente de Ingeniobras
cuando se presentó la posibilidad de su candidatura al Senado, y que los
contratos de que esta empresa disfruta actualmente fueron obtenidos durante el
interregno en que fue gobernador Iván Duque Escobar, cuando Villegas Moreno ni
siquiera soñaba con que el nuevo gobierno volvería a nombrarlo en el mismo
cargo.
Villegas Moreno relata en su carta
cómo colocó sus bienes en fideicomiso antes de pasar a la gobernación y aclara
que el hecho de formar sociedades para manejar los bienes familiares no
constituyen delito alguno. A pesar de los descargos, que no han sido
corroborados aún, la denuncia tuvo un rápido efecto corrosivo sobre el
prestigio de Villegas Moreno. Como era inevitable, se rumoró que detrás de las
acusaciones lo que había era una motivación política de sus adversarios.
"BORDING LINE". En realidad, Villegas Moreno había hecho
equilibrio sobre la delicada línea que separa al contratista del sector público
del político influyente. De acuerdo con la versión que suministra en una larga
carta al ministro de Gobierno, no es posible probar ninguna irregularidad en su
proceder, por cuanto precisamente se cuidó de incurrir en ellas separándose
legalmente de la firma Ingeniobras
al llegar a la gobernación, pidiendo el nombramiento de un gobernador ad-hoc
para manejar los asuntos del ICT y
acreditando el levantamiento del embargo, que por error, le hizo la
Administración de Impuestos. El sólo hecho de que sus contratos de ingeniero
con el ICT convivieran con su
calidad de exgobernador, hizo que fuera muy sencillo arrojar sobre él la sombra
de la duda. Sin embargo, entre los documentos enviados a los periódicos por el
anónimo contradictor de Villegas, figuraba el embargo por 170 mil pesos a su
empresa Concretubos, pero no la
declaración de error que lo levantó pocas semanas después.
Es posible que la envidiable
posición política de Villegas haya influído para favorecer a las firmas en las
que colaboraba con los grandes contratos del ICT. Esto, sin embargo, parece no ser demostrable y de ser cierto,
esta conducta, tendría que ser juzgada más en el campo de la ética que de la
legalidad. El propio Villegas, antes de tomar posesión de su cargo como
gobernador de Antioquia cuando el expresidente Turbay lo nombró, en septiembre
de 1980, elevó una consulta al asesor jurídico presidencial, preguntando si los
vínculos con Ingeniobras lo
inhabilitaban. Recibió una respuesta negativa. Ya entonces un primer anónimo
hizo que se le abriera un expediente en la Procuraduría, expediente que no
prosperó.
Cada vez que un avión despega de
Medellín, saliendo del Valle de Aburrá por el Norte, sobrevuela una gran
urbanización recostada ya sobre las lomas, casi enfrente de Bello. Desde
arriba, es sólo una colmena de tejas blancas y ladrillo rojo: se llama "Niquia", y fue construida por la
firma Ingeniobras, en los
últimos años de la década pasada.
Igual, todo turista que se respete
tiene que ver la gobernación de Antioquia. Es un extraño edificio, como una
catedral incompleta, lleno de piedras grises, de bulbos ruso-franceses y con
una cúpula gótica bajo cuyos vidrios de colores se celebran las agitadas
sesiones de la Asamblea de Antioquia. Entre esas dos construcciones,
aparentemente unidas sólo por vínculos administrativos, ha aparecido un nuevo
nexo: el actual gobernador de Antioquia, Alvaro Villegas Moreno.
Sin embargo, el hecho de que ese nexo sea ilegal, indebido o simplemente circunstancial, depende del cristal con que se mire el caso. En efecto, a primera vista, los hechos parecen claros: Alvaro Villegas, como socio de Ingeniobras, habría usado su influencia como gobernador de Antioquia para obtener contratos de construcción con el Instituto de Crédito Territorial. Aparte de ello, una de sus empresas, Concretubos Ltda., habría sido embargada por irregularidades en el pago de impuestos, lo cual inhabilitaria al actual gobernador para ejercer su cargo.
Sin embargo, el hecho de que ese nexo sea ilegal, indebido o simplemente circunstancial, depende del cristal con que se mire el caso. En efecto, a primera vista, los hechos parecen claros: Alvaro Villegas, como socio de Ingeniobras, habría usado su influencia como gobernador de Antioquia para obtener contratos de construcción con el Instituto de Crédito Territorial. Aparte de ello, una de sus empresas, Concretubos Ltda., habría sido embargada por irregularidades en el pago de impuestos, lo cual inhabilitaria al actual gobernador para ejercer su cargo.
La bomba, que estalló el sábado 23
de octubre en la primera página de "El
Espectador", tenía una dudosa mecha. Aunque el periódico no cita
fuentes, sus afirmaciones se apoyan en "documentos que obran en nuestro
-poder". Se trata, al parecer, de un anónimo llegado a la redacción del
diario de los Cano, que adjuntaba fotocopias de diferentes contratos y actas de
constitución de empresas fundadas de las que formaba parte el gobernador
Villegas Moreno. Ese mismo documento había sido enviado a otros medios de
comunicación que no lo utilizaron, presumiblemente por su procedencia anónima.
El periódico se limitó a
reproducir lo que el autor anónimo concluía de los documentos que adjuntaba, y
no volvió a mencionar el asunto hasta cuatro días después. Publicada en sábado,
la noticia pareció diluírse en el marasmo del fin de semana en Medellín. El
mismo lunes, en los pasillos de la gobernación el tema no era el centro de
todas las conversaciones. Sin embargo, al día siguiente, se produjo una noticia
que tuvo cabida en las primeras planas de todos los diarios: el gobernador
solicitaba que se le investigase por los cargos específicos que le lanzaba
"El Espectador". Empezó un
revuelo nacional acerca de la posible culpabilidad del gobernador. Inmediatamente,
la Procuraduría, que había recibido una carta de Villegas Moreno solicitando un
visitador delegado, nombró al abogado José Bernnet Quintero, quien hasta el
final de la semana pasada no había iniciado gestión alguna en las notarías de
Medellín con el objeto de comprobar la veracidad de los cargos y la exactitud
de los descargos que el gobernador expuso después de solicitar la investigación.
Efectivamente, el mismo día en que
se dirigió a la Procuraduría pidiendo la presencia del visitador, Villegas
Moreno escribió una larga carta al ministro de Gobierno, Rodrigo Escobar Navia,
explicando cómo el embargo a que aludió "El Espectador" se produjo por error de la Administración de
Impuestos, que posteriormente revocó su decisión. "El Espectador", tras resumir con exactitud los descargos del
gobernador y repetir sus acusaciones, se silenció. Todos quedaron a la
espera de un pronunciamiento de los senadores antioqueños William Jaramillo
Gómez y Federico Estrada Vélez, sobre quienes se difundió el rumor de que
abrirían un debate contra el gobernador. Sin embargo, ellos no tenían más
elementos de juicio que los documentos anónimos que llegaron a los periódicos.
El último síntoma en esta cadena
de hechos que no se aclarará hasta que la Procuraduría se pronuncié, es una
curiosa carta llegada al Ministerio de Gobierno el 25 de agosto pasado. Suscrita
por Luis Amador Corrales, con cédula 25.788.034, inspector de Policia. En ella
se acusaba a la gobernación de quitar la mitad de un aumento de dos mil pesos a
cada empleado público, con destino al fondo del Directorio Conservador local.
El ministro de Gobierno, discretamente, remitió la carta a la gobernación sin
ningún comentario. Y pronto se demostró que no había ningún inspector con ese
nombre, y que tal cédula, de existir, correspondería a una mujer.
Lo que es un hecho es que Villegas
Moreno combate un enemigo anónimo en una pelea pública. Probablemente las
acusaciones contra el gobernador, no podrán ser comprobadas. Separándose del
ámbito estrictamente jurídico, el observador imparcial encuentra elementos
tanto a favor como en contra del acusado que, justa o injustamente han creado
la mancha de la duda. Aunque, por ahora, queda la mancha de la duda.
"DE LA CALUMNIA ALGO
QUEDA" SEMANA entrevistó brevemente al gobernador de Antioquia en su
despacho del Palacio de Calibío. Alvaro Villegas Moreno, ingeniero 45
años, ex-alcalde de Medellín y gobernador durante el gobierno de Turbay,
respondió sobre varios aspectos de las denuncias publicadas: Política: las
denuncias tienen un carácter político y también personalista. Pueden haberse
originado en resentimientos de funcionarios por actuaciones del gobernador. Se
trata de una labor de zapa de los mandos medios.
Experiencia: soy un político curtido. Tengo el cuero duro y aguanto en estas situaciones. No así mi familia, que no está acostumbrada a verme en la picota. Pero, de todas formas llegué a la política por accidente y cuando entré a ella de lleno, no estaba fuera de mi presupuesto que podía darse una situación como esta. Son riesgos que se corren. El futuro: por lo menos en un largo plazo, no volveré a trabajar en el campo de la ingeniería, como no sea privadamente. Por ahora, estoy inhabilitado durante los siguientes cuatro años. No creo que este incidente me afecte políticamente para el futuro, aunque de la calumnia algo queda. División: estoy en excelentes términos con el doctor J. Emilio Valderrama. El afirma que no tiene nada que ver con estas denuncias anónimas. Y yo le creo. Desinformación: todo se origina en la buena fe de un periodista, asaltada por informaciones incompletas. -
Experiencia: soy un político curtido. Tengo el cuero duro y aguanto en estas situaciones. No así mi familia, que no está acostumbrada a verme en la picota. Pero, de todas formas llegué a la política por accidente y cuando entré a ella de lleno, no estaba fuera de mi presupuesto que podía darse una situación como esta. Son riesgos que se corren. El futuro: por lo menos en un largo plazo, no volveré a trabajar en el campo de la ingeniería, como no sea privadamente. Por ahora, estoy inhabilitado durante los siguientes cuatro años. No creo que este incidente me afecte políticamente para el futuro, aunque de la calumnia algo queda. División: estoy en excelentes términos con el doctor J. Emilio Valderrama. El afirma que no tiene nada que ver con estas denuncias anónimas. Y yo le creo. Desinformación: todo se origina en la buena fe de un periodista, asaltada por informaciones incompletas. -
En la
Urbanización Mirador de Calazans (ubicada en el morro que corona este residencial
sector de Medellín y antes de llegar a Blanquizal) existe un gran número de
familias que ni siquiera alcanzan a pagar las cuotas de $ 33.000 mensuales de
sus apartamentos, no obstante las refinanciaciones que han obtenido (es la
cartera morosa más alta que existe entre los adjudicatarios del municipio). Los
edificios fueron levantados en mampostería estructural y sin obra blanca. Dicha
urbanización, se construyó por encargo de Corvide (hoy Fondo de Vivienda
Municipal de Medellín) en terrenos abruptos adquiridos a la firma Ingeniobras
Ltda. (Propiedad de Alvaro Villegas Moreno), y consta de 7 torres de 8 pisos
cada una, para un total de 512 apartamentos de 43 Mts2 las primeras dos etapas
(2003) y de 330 la tercera (2006), fueron entregados en tres fechas a partir de
1993, con subsidio estatal, departamental y municipal, a un costo ponderado
entre $ 16.000.000 y $ 20.400.000 y se encuentra sin dotación urbanística. El
70% de sus habitantes, afrodescendientes oriundos del Chocó y Urabá desplazados
por la violencia, se encontraba ocupando ranchos insalubres en la zona de alto
riesgo de Vallejuelos y presentan un alto grado de desocupación. Allí las
Empresas Públicas de Medellín, experimentaron hace dos años el sistema de
servicios públicos prepago, mediante tarjetas nominales, por lo cual sus
residentes se han visto obligados a permanecer a oscuras en la noche y a no
aplanchar la ropa para que estas “tarjetas” que venden en las tiendas del
sector rindan en disponibilidad de energía un poco más.
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